El Sudeste de EEUU. Tras las huellas Españolas entre Cervezas y Country.


El objetivo principal de este periplo ha sido seguir, aproximadamente, los pasos del explorador Español Hernando de Soto y de otros ilustres compatriotas en sus andanzas por el Sureste norteamericano, dar oídos a la música del campo o country y degustar las magníficas cervezas artesanas del tipo Indian Pale Ale (IPA) en las Breweries o fábricas de cerveza donde las elaboran.

 

En resumen, fueron 4.500 millas recorridas, 22 pernoctaciones en moteles de carretera, 9 Estados surcados, 18 localidades (ciudades, pueblos, villas) y alrededores visitados y 50 litros de cerveza consumida por persona. Para finalizar y para alivio, 5 días en la isla de San Juan Bautista, hoy denominada Puerto Rico.

 

Una vez abandonado el avión que nos había llevado desde Madrid, recogimos un coche de alquiler en el aeropuerto internacional de Miami (Florida), y tras sufrir el intenso y angustioso tráfico de la ciudad enfilamos la Interestatal I-95 sentido Norte. Anocheciendo alcanzamos nuestro primer destino, Cocoa Beach, localidad playera y surfista. Nos desplazábamos en la cola del huracán Michel, que azotaba por esos días la zona, así que nos recibió un intenso calor pegajoso y una fina lluvia. La principal atracción el Pier o muelle estaba cerrado, al igual que prácticamente todo, primera lección práctica: lo que quieras hacer o tomar que sea antes de las 21:00 h. Ya de retirada, afortunadamente en las cercanías del motel había un mini centro comercial y en una esquina un pequeño pub irlandés que tenía el cartel encendido de Open, aunque no era una Brewery disponía de IPA,s de barril de una fábrica local. Degustamos nuestras dos primeras cervezas y saciamos el apetito con lo único disponible, un par de bolsas de patatas fritas.

 

Antes de abandonar Cocoa Beach nos encaminamos de nuevo al Pier para contemplarlo de día, segunda lección práctica: el aparcamiento cuesta 15$. Esto será una constante del viaje, aparcar en el centro de las ciudades es imposible si no es pagando, claro.

 

Recorriendo la costa alcanzamos el Centro Espacial John F. Kennedy, sito en Cabo Cañaveral, una franja de tierra sobre el Atlántico, hallada y conquistada por Juan Ponce de León en 1513. La entrada más económica cuesta 57$, además de los 10 $ del aparcamiento. Es un parque para estar todo un día o al menos una mañana entera, como no disponíamos de tiempo retomamos nuestro itinerario.


Con calor, viento huracanado y fuertes aguaceros arribamos a San Agustín (Florida), la ciudad más antigua de Estados Unidos. Que orgullosos están allí de su pasado español. Justo en el centro, en la plaza de la catedral, está ubicada la Ancient City Brewering. Estupendo ambiente, buenas vituallas y cerveza artesana encontramos en la casa de Escarlett O´Hara (Córdoba St.).

 

Recorrimos sus calles desde la Fuente de Youth, donde Pedro Menéndez de Avilés asentó la primera piedra, pasando por la Misión del Nombre de Dios, el Kilómetro cero del Antiguo Camino Español o Old Spanish Trail (que va desde Florida hasta California), el Castillo de San Marcos, la Casa del Gobernador, la escuela más antigua. Tras disfrutar del encanto del lugar y rememorar otros tiempos ya pasados, de nuevo al coche.


Dejamos atrás Florida. En la costa de Georgia y a la orilla del rio que lleva su nombre, se encuentra la ciudad de Savannah. Su distrito histórico, que podemos calificar de dulce, sentimental, novelesco, es poco probable que no arrebate al visitante, con sus calles con pavimento de ladrillos rojos, sus edificios coloniales y victorianos y los frondosos árboles cubiertos de musgo español.

 

Dos días dedicamos a disfrutar de este enclave fundado por un escocés, el general Oglethotpe en 1733 y trazada por él mismo con un diseño de calles perpendiculares que dejan regularmente sitio para plazas y plazuelas (21 quedan actualmente), no es de extrañar que se eligiera para los primeros fotogramas de la película Forest Gump.

 

Elegimos dejar el automóvil entre la calle Bay y el City Market, en un solar destinado a aparcamiento al aire libre, a 10 $ la hora o bien 20$ todo el día, por su proximidad a Service Brewing Co. en el 574 de Indian St, (abierta de 16:00 a 21:00, no dan comidas) y la Moon River Brewing Co. en 21 W Bay St. (cierra alrededor de las 23:00, un lugar muy agradable, con patio exterior), donde degustar las consabidas IPA,s. También en el City Market hay bastantes locales donde reponer fuerzas, con terrazas y música en directo al anochecer.


Si es grata a los sentidos Savannah, no lo es menos la Ciudad de Charleston en Carolina del Sur, entre las desembocaduras de los ríos Ashley y Cooper. Como llegamos a una hora apropiada, encaminamos nuestros pasos a Palmeto Brewing Co. en el 289 de Huger st., destino en el que es gratis y fácil dejar el vehículo (debajo de una autovía), donde degustamos el Terijaky BeefJerry, producto local que sin saber mucho a carne, ni a algas, ni a nada conocido es agradable al paladar.

 

Un lugar ideal para dejar el auto por lo céntrico y por el coste, es en el aparcamiento del Visitor Center (primera hora gratis y 14$ día y con suerte de noche no está el vigilante y la barrera abierta). Desde aquí paseamos por la ribera del rio, en la que se encuentran muelles, parques y la famosa fuente Pineapple, hasta el White Point Garden extremo final de la urbe en el Atlántico. Si el día es claro se divisa Fort Sumter, un pequeño islote, cuyo bombardeo por parte de Carolina del Sur (primer estado en separarse de la Unión) significó el inicio de la Guerra de Secesión. Extendimos el paseo por Churck St. dándonos la impresión de que el tiempo se ha detenido en estas calles empedradas y de edificios anteriores a la guerra civil. En este barrio francés, concretamente en Chalmers St. te topas con el tétrico, aún sientes escalofríos, Old Slave Mart, antiguo mercado de esclavos. Deambulando por Meeting St. o King St. se llega a la zona más frecuentada por turistas, los alrededores del City Market. Finalizamos el día, como no, en Palmeto Brewing tomando unas pintas, que cierra a las 22:00H.


Nos recibió Carolina del Norte con una soleada mañana, Wilmington, nuestra próxima parada, es una pequeña, antigua y muy coqueta ciudad a la orilla del rio Cape Fear y a la vez a la orilla del Océano. Ya la conocíamos de un anterior viaje, como nos complació tanto decidimos volver de nuevo. Recomendamos para alojarse el hotel Best Western Plus Coastline, ubicado detrás de la antigua estación de ferrocarril, hoy museo, y a la orilla del rio, por donde discurre el Riverwalk, una pasarela de madera que te lleva hacia unos pequeños puertos en un sentido, y en el otro, al centro de la ciudad. En la orilla opuesta esta fondeado el USS North Carolina, el acorzado más condecorado (15 estrellas de combate) de Estados Unidos.

 

Tras un sosegado y grato paseo por el Riverwalk, nos dirigimos a Front St. con Market St. para saborear un plato de gambas rebozadas fritas con patatas y salsa (14$) acompañadas de unas excelentes IPA,s. en Front Street Brewery. Reconfortados, toca hacer un breve repaso del itinerario hasta ahora recorrido.

 

Hemos atravesado un paraje llano donde la frondosidad de los bosques se alterna regularmente con zonas pantanosas (Florida), ríos de anchura sorprendente, ensenadas y bahías. Desde la carretera, en ambas Carolinas, se manifiestan los efectos del paso del huracán Florence por la multitud de árboles que se encuentran tronchados por la mitad del tronco, otros por la inclinación que exhiben y algunos arrancados de cuajo.

 

Igualmente en las calles de Wilmington en intervalos de cincuenta o sesenta metros hay amontonados ramas de árboles ya cortadas junto con diversos enseres que deben provenir de la limpieza de los vecinos de sus propiedades y que esperan ser retirados. También se ven deterioros en algunos tejados y ventanas. Además parece pesar en el ambiente un halo de tristeza. Afortunadamente el huracán Michael ha perdido mucha fuerza y solo ha dejado por aquí lluvia.

 

De la reciente historia de EEUU, Charleston fue indiscutible protagonista de la revolución de las colonias y actora principal de la guerra contra Inglaterra, Fue capital del Estado hasta 1788 y también en esta ciudad comenzó la Guerra de Secesión. Y en Savannah, en la Casa de Charles Green (hoy propiedad de una iglesia protestante) el general Sherman firmó la famosa Special Field Orders nº 15 por la que después de las expropiaciones en Carolina del Sur, Georgia y Florida se repartieron parcelas de 40 acres por familia para antiguos esclavos (orden que duro poco, a los cuatro meses fue revocada por el presidente Andrew Johnson). Claro que ya España dos siglos antes en 1687 en San Agustín acogía a los esclavos negros fugitivos de las colonias inglesas, desde que llegó el primer grupo compuesto por ocho hombres, dos mujeres y un niño el goteo fue incesante. Queda como testimonio la Real Cédula otorgada por Carlos II en 1693 por la que “daba libertad a todos, tanto a los hombres como a las mujeres, sea ello ejemplo de mi liberalidad y dé lugar a que otros hagan lo mismo”.

 

El resto de jornada se consumió dando un apacible paseo, y disfrutando de las bellas mansiones y casas y de alguna que otra cerveza, por ejemplo en Tabern Law (Second St.) una taberna de 1832.


De nuevo en el coche, abandonamos la I-95 N y tomamos rumbo Oeste. Nuestro próximo destino Asheville, en las faldas de los Apalaches, lugar por donde pasó en 1540 Hernando de Soto. En el trayecto nos fuimos introduciendo en una masa forestal que abarcaba hasta el horizonte, ya dirigieras la vista hacia cualquier punto cardinal, todo es un tupido bosque, este paisaje no nos dejaría ya hasta llegar al estado de Luisiana, y por fin sintonizamos emisoras que radiaban música country, nos estábamos aproximando a su corazón. Elegimos esta pequeña ciudad turística porque tiene 11 fábricas de cerveza artesana y el título de “Ciudad de la cerveza”. Su Down Town o centro de la ciudad es pequeño y manejable, prácticamente se reduce a las confluencias de las calles Patton Ave. y Lexintog Ave. Destacable la Basílica de Sant Lawrence (esconde la mayor cúpula elíptica sin soporte del país) y la Pack Square Park (plaza que alberga el Ayuntamiento, la Corte, los museos de Arte y de Ciencias y el teatro). Destaca la juventud de sus habitantes, que le da un aspecto cultureta, informal y algo desvergonzado a la ciudad. Además de las breweries abundan galerías de arte, librerías y tiendas de ropa con cierto aire hippy, también se ven algunos jóvenes desastrados por sus calles que portan flautas y van acompañados de canes. Los numerosos restaurantes, cafés y bares están muy ambientados de 18:00 a 21:00, tanto que es difícil encontrar mesa para cenar si no has reservado, y como casi siempre a partir de las 22:00 empiezan a echar el cierre.

 

En las afueras, a la orilla del French Board River se ubica el Distrito del Arte, un conjunto de casas que muestran sus fachadas pintadas de diversos colores, donde teóricamente se albergan un centenar de artistas, a nosotros nos pareció que la zona se encontraba bastante descuidada. En el lado opuesto y a unas millas se localiza la Hacienda Biltmore, la residencia más grande de EEUU con 250 habitaciones, 65 chimeneas, piscina interior y mucho más.


Sin dejar de prestar oídos a las melodías country atravesamos las suaves elevaciones de los Apalaches inmersos en el interminable bosque, del que forma parte entre otros el Parque Nacional Great Smoky Mountains, nos internamos en Tennesse y arribamos a la capital del Estado, la Music City, Nasville.

 

Tras hacer el Chek in en un motel situado a las afueras, nos dirigimos hacia el centro. La tarde estaba desapacible y lluviosa, comenzaba a anochecer y las carreteras estaban colapsadas, así que cuando alcanzamos The District, con la lluvia, el intenso tráfico, la dificultad para aparcar, además de andar un poco desorientados, desistimos de quedarnos allí y nos dirigimos hacia el West End donde se encuentra el Centennial Park. Aquí, en 1897 para la Exposición del centenario de Tennesse, construyeron un réplica del Partenón, en este parque se puede aparcar gratuitamente durante dos horas, tiempo suficiente para pasear por él, visitarlo y ver la estatua dorada de la diosa Atenea que alberga. Cerca del motel está la East Nashville Beer Works (320 E Trinity Ln), donde dimos por concluida la jornada con unas pintas y una extraordinaria pizza.


Iniciamos la mañana siguiente dejando el coche en el aparcamiento de la Biblioteca, entre la calle Commerce y la 6ª y 7ª Avenida, en la quinta planta se encuentra el acceso a diversas dependencias de la Biblioteca, donde te sellan el resguardo del aparcamiento siendo la primera hora y media gratis, de todas maneras dejar allí el auto todo día sale por solo 14$. El Down Town se recorre tranquilamente en una mañana, desde el Victory Park con el Palacio de Justicia, el Capitolio, la tumba del presidente James K. Polk, pasando por el Auditorio Municipal, y siguiendo por el paseo del rio con el Fort Nashborough (fuerte para proteger del ataque de los indios el antiguo puesto comercial), hasta llegar al puente John Seigenthaler, puente peatonal desde el que se tiene una buena vista del centro de la ciudad.


Y aquí, a los pies del puente comienza el espectáculo, la mítica calle Brodway, junto con las aledañas Commerce y Curch, cruzadas por la 2ª, 3ª y 4º Avenidas albergan las tiendas de botas y de sombreros tejanos además de multitud de locales donde disfrutar de música country en vivo, el museo del mítico Johnny Cash, el Country Music Hall of Fame con la estatua del famoso cantante Little Jimmy y el edificio ATT más conocido como el edificio Batman y que se ha convertido en el icono de la ciudad por su originalidad. Repletos de buena música nos retiramos a nuestros aposentos, despidiendo el día en la East Nashville Beer Works.


Un poco afligidos al abandonar la Music City, nos encaminados hacia un lugar a orillas del Misisipi donde en 1541 acampó Hernando de Soto, Memphis. Después de dejar el equipaje en el motel, raudamente nos dirigimos al Museo Nacional de los Derechos Civiles, ubicado en el Motel Lorraine, lugar que no se puede dejar de visitar, extremadamente interesante, es un tributo en favor de los derechos humanos. El motel está perfectamente remodelado y entre otras alberga la réplica del autobús donde Rosa Parks en Montgomery (capital de Alabama) se negó a cambiar de asiento por razón de la segregación, la habitación 306 donde Martin Luther King fue asesinado, también se puede visitar en el edificio de enfrente la estancia desde donde J. E. Ray realizó el disparo.

 

Aparcamos libremente en 598 Monroe Ave, en la puerta de la High Cotton Brewing Co., y tras saborear unas IPA,s visitamos el legendario Sun Studio, donde Elvis Presley grabó su primera canción. Desde aquí, caminando por la Monroe Ave alcanzamos la céntrica Main St. nos acercamos a ver el rio y llegamos hasta el famoso teatro Orpheum. Justo enfrente comienza Beale St., centro turístico de la ciudad con numerosos bares con música blues, rock y algo de country en vivo; calle parecida a Brodway St. de Nashville, pero para nuestro gusto muy ruidosa y bastante trasnochada, no nos complació y paseando nos dirigimos a la cervecería donde cenamos con diferencia la mejor hamburguesa y las mejores patatas fritas del periplo.


Iniciamos la nueva jornada y antes de abandonar Memphis fuimos a visitar Graceland, mansión que fuera de Elvis y el parque que a su lado se ha formado. Museo, tiendas, cafetería, etc., el precio de la entrada prohibitivo, sólo para incondicionales del cantante, así que dimos una vuelta y dejamos atrás Tennesse.

 

Conduciendo con rumbo suroeste, hacia el Medio Oeste, como hay mucha distancia antes de entrar en Tejas decidimos hacer una parada en Hope, Arkansas. Elegimos este pueblo porque aquí vio la luz el presidente Bill Clinton. Hope es un cruce de dos calles en medio de la nada.

 

Por fin en Tejas, un estado tan grande como España, vamos a recorrer una parte, de Norte a Sur, desde Dallas hasta Houston, franqueando la Tejas boscosa. Atravesamos Dallas algo inquietos, la interestatal I-30 se convierte en una carretera de ocho carriles por sentido y aparecen de repente carreteras elevadas de acceso, de salida, desvíos, cruces por arriba, por abajo, por la izquierda y por la derecha, que poderío, tras unas millas llegamos a Fort Worth, nuestra próxima parada.

 

Curiosa localidad formada básicamente por un cruce de calles (como casi todas las pequeñas localidades estadounidenses que no tengan ascendencia europea, cuentan con un almacén- general store-, un par de cafeterías, quizá una placita y un pequeño museo, una gasolinera, y con suerte a unos metros pasa el ferrocarril, interminables trenes de mercancías de dos contenedores de altura y tirados por hasta cuatro máquinas diésel, las viviendas unifamiliares generalmente de madera esparcidas por los alrededores) Stockyards, tiene un gran establo para las enormes manadas de ganado que en el pasado llegaban hasta aquí, dentro del cual había una parada de ferrocarril (actualmente existe un pequeño tren turístico), con un local cubierto donde se dan rodeos durante todo el día, (los fines de semana) abundantes bares o salones con pistas de baile, restaurantes diversos, dos steak house, un taller donde hacen y reparan botas a mano y además conducen todos los días a las 12:00 y a las 16:00 unas cuantas reses de imponentes cuernos por un corto tramo de calle. Fort Worth desde 1880 hasta 1950 fue el mayor centro de comercio de ganado del país, hasta que el transporte por carretera, más barato y flexible, fue desplazando al ferroviario.


Era sábado, llegamos a media mañana, estimamos el lugar como una ventana al viejo Oeste, visitamos diversos salones, vimos bailar a bastantes parejas al son de canciones country, todo el mundo vestía o iba disfrazado de vaqueros con botas, pantalones o faldas, camisas a cuadros y enormes sombreros, nos alojamos en el Hotel Texas Fort Worth, en la esquina del Stockyards, todo fenomenal hasta que cayó la noche, se llenó de gente, los salones se convirtieron en una especie de discotecas que cobraban 25$ por entrar, y el ruido callejero no cesó hasta las 3:00. A las reducidas dimensiones de la habitación se sumó el ruido exterior.

 

Al siguiente día bajando con rumbo sur, discurrieron las 246 millas que nos separaban de nuestra próxima parada, Fredericksburg, por carreteras locales, el denso bosque iba dando paso a tramos a un paisaje parecido a las dehesas ibéricas donde en los diferentes ranchos se veía el ganado pastar.

 

Atravesamos pueblecitos como Strawn, tomamos un espléndido desayuno típico en De León, pasamos por localidades llamadas Comanche y Cherokee y llegamos a la hora de comer a Fredericksburg, ya que habíamos quedado con un compatriota que andaba por Tejas visitando a su hijo y a un vivaz nieto. Ésta es una localidad fundada por inmigrantes alemanes y se nota, es próspera y está muy bien distribuida, aunque como todas, el núcleo casi se reduce a un cruce y dos calles principales. Hay varios restaurantes alemanes que sirven platos típicos, producen vino, cuentan con varias bodegas y celebran la Octoberfest. La calle principal, Main St, alberga una gran sorpresa, la casa natal del Almirante Nimitz, el museo del mismo y sobre todo el Museo Nacional de la Guerra del Pacífico, impresionante. También la Fredericksburg Brewing Co., donde degustar unas estupendas IPA,s. Estuvimos alojados en el Súper 8 by Wyndhan en el 514 E Main St, a un corto paseo del centro.


Dedicamos la mañana siguiente a visitar la cercana Johnson City, a unas 16 millas al oeste. En 1879 James Polk Johnson, tío del presidente Lyndon B. Johnson donó 320 acres para la fundación de la ciudad. En ella se ubica el centro de visitantes y en sus inmediaciones la escuela a la que asistió el presidente, la casa donde vivió hasta los 26 años cuando contrajo matrimonio y algunos edificios del rancho de su abuelo que eran frontera del antiguo Oeste (se conserva el depósito de agua, un granero y otra edificación). Volviendo por la misma carretera sentido a Fredericksburg se encuentra el rancho del presidente, la entrada es gratuita y la visita muy aconsejable. Parece que el presidente Lyndon B. Johnson residió una gran parte de su mandato en este rancho, más que en la Casa Blanca. Además de la casa, las instalaciones se componen de un pequeño centro de transmisiones, una casita para el servicio secreto, un hangar, una pequeña pista de aterrizaje y un cementerio familiar bajo unos frondosos árboles. El rancho sigue siendo explotado actualmente.

 

Desde aquí y camino a San Antonio, continuamos por carreteras locales que nos depararon gratas vistas, el bosque arbóreo cambio a un infranqueable e interminable bosque de monte bajo, donde las señales de peligro de animales sueltos iban en serio, durante el trayecto vimos más de 20 ciervos muertos aparte de otros animales más pequeños y esquivamos a uno que no demostraba mucho interés por abandonar la calzada. A pocas millas se encuentra Luckenbach, fue uno de los poblados del Oeste más antiguos de Tejas, abandonado y posteriormente comprado en 1970 por una asociación cultural.

 

Atravesamos localidades curiosas como Wimberley, con casas unifamiliares de madera inmersas dentro de la frondosidad del bosque donde vimos a numerosos ciervos pastando alrededor de las construcciones e incluso en los jardines de las mismas. Cerca de aquí, se encuentra Lockhart, la capital mundial de la barbacoa, donde paramos a reponer fuerzas. Degustamos la carne y las costillas en Black´s Barbeque, negocio abierto en 1932 y que en alguna ocasión fue contratado por el presidente Lyndon B. Johnson para hacer barbacoas y agasajar a dignatarios e invitados en su rancho.


El próximo destino de esta completa jornada es Gruene. Nos costó trabajo encontrarlo, pues Gruene es ahora un distrito dentro de los límites de la ciudad moderna de New Braunfels, nosotros creíamos que era una ciudad del viejo Oeste y es en realidad un distrito histórico, o sea, unos cuantos edificios que se encuentran dentro de la ciudad. Al tercer intento dimos con ellos y de verdad que mereció la pena el esfuerzo. Fue fundada por agricultores alemanes, y alberga el Gruenne Hall, local de baile abierto en 1878 y uno de los más antiguos del país. Hay música en vivo todos los días de 18:00 a 21:00 horas y las parejas bailan al son del country. La cerveza en botella, pero hay cervezas artesanas y nada caras. Lástima que tuviéramos reservado el motel en San Antonio, sino nos hubiéramos quedado aquí con mucho gusto.


Al caer la noche llegamos a San Antonio. Dejamos el coche en el motel (The Inn at Álamo/Riverwalk/Convention Center; en el 405 Broadway. Algo dejado en sus instalaciones, pero muy recomendable por lo céntrico, se va paseando a todos los sitios) y encaminándonos al centro por Broadway nos topamos de frente con la misión de San Antonio de Valero, mundialmente conocida como El Álamo, que intensa emoción, estar en el “escenario” de las películas de Hollywood, tantas veces vistas en nuestra infancia y juventud, y en el lugar donde se gestó el nacimiento de Tejas. Tras la emoción, unas IPA,s en un local cercano y a esperar el siguiente día.

 

Empleamos la mañana en recorrer las Misiones, en total 4, situadas a unas 3 millas una de otra y forman parte del Antiguo Camino Español, la más cercana a San Antonio la Misión de la Concepción, la más alejada la Misión Espada. La más grande la Misión de San José y San Miguel de Aguayo, Patrimonio de la Humanidad. Después de degustar las consabidas IPA,s, dedicamos la tarde a pasear por la ciudad y ver la zona cultural (donde se encuentran entre otras la catedral de San Fernando, la Corte, el Ayuntamiento, la casa del Gobernador, y la casa de Navarro, sitio histórico, curioso personaje este José Antonio Navarro, comerciante defensor principal de los derechos tejanos y uno de los dos únicos tejanos nativos que firmaron la Declaración de Independencia de Texas, por cierto no sabía inglés, solo escribía y hablaba español), la misión del Álamo, la Villita (antiguo barrio de más de 300 años de antigüedad y hoy tiendas de artesanía) y la River Walk Área paseo fluvial que serpentea por el centro de la ciudad bordeado por pinos y puentes de piedra, es navegable y muy agradable al anochecer). En resumen San Antonio es una ciudad con mucha historia, cómoda, bonita y con bastante ambiente.


Directos a Houston, mejor dicho a la 8th Wonder Brewery en 2022 Dallas St, a calmar la sed. De aquí al motel, uno de los sobresalientes del viaje, el Scottish Inn & Suites, en 1933 Scott St., aunque al llegar parece que se encuentra en un lugar un poco desangelado, al lado de la I 45, lo cierto es que está cerca del Down Town, se puede ir dando un paseo, aunque de noche las calles están bastante oscuras y solitarias. Nosotros cogimos el auto y aparcamos enfrente del Rodeo Goat, sito en la misma calle que la fábrica de cerveza, en el 2015 (estupendo restaurante donde tienen cervezas artesanas de grifo y donde cenamos la segunda mejor hamburguesa del viaje) y desde aquí andando al centro. Portentoso Houston, se respira poderío en esta ciudad de rascacielos modernos, el centro cuenta con los Distritos de Teatro, de Museos y de Tiendas, además del de negocios.

 

Tras pasar por el Centro Espacial, abandonamos Tejas y bordeando la costa del golfo de Méjico nos dirigimos hacia el final del viaje. La siguiente parada New Iberia en Luisiana. La razón de detenernos en este lugar es que fue fundada en 1779 por un grupo de españoles procedentes en su mayoría de la localidad malagueña de Alhaurín de la Torre, cuando andaba por aquí de gobernador el ínclito Bernardo de Gálvez. Cerca del rio, se encuentra la calle principal, Main St, donde se sitúan una serie de mansiones con árboles gigantes con musgo español, la biblioteca, el teatro, el Bayou Teche museo, la plaza de Buoligny con unas placas con los nombres de los primeros colonos y la emisora de radio Kane, en funcionamiento y algunos bares y restaurantes, pocos y con poco ambiente. Si se tiene pensado visitar alguna de las plantaciones famosas cerca de New Orleans (como Oak Alley, Laura o Houmas House), se puede hacerlo desde aquí o en el trayecto, ya que se encuentran a una hora y media de distancia de New Orleans.


Llegamos a New Orleans a media mañana de un día, por fin, soleado. De esta ciudad poco vamos a comentar, mucho se ha escrito del barrio francés y del ambiente de la calle Bourbon y aledaños. En esta ocasión, después de hacernos una fotografía con la escultura del célebre personaje Ignatius J. Reilly, estuvimos recorriendo el otro lado de la calle Canal St., el barrio financiero y el de los museos. Visitamos el museo de la II Guerra mundial, el mayor museo del planeta dedicado a esta confrontación bélica. Descubrimos que esta zona de la ciudad no tiene nada que ver con la del barrio francés, mucho más señorial y tranquila.

 

Dejamos atrás New Orleans y cruzando por la I-10 pantanos, bahías, ríos, carreteras sorprendentes sobre el mar alcanzamos Destin, en la Costa Esmeralda de Florida. Está ubicada en una lengua de tierra, una especie de península separada del continente por la bahía de Choctawhatchee y bañada por el sur por las aguas del Golfo de Méjico. Actualmente esta aldea pesquera es un destino turístico muy popular.

 

Nos alojamos en el motel Destin Inn & Suites en el 713 de Harbor Boulevar, a mitad de camino del centro y del parque estatal Henderson Beach, donde cuesta entrar 6 $ por automóvil y puedes estar hasta las 1800h, tiene unas playas paradisiacas con arenas blancas (con una textura similar a la harina) y aguas verde esmeralda, a pesar de encontrarnos a finales de octubre no pudimos resistirnos a darnos un chapuzón, por cierto el agua tenía una temperatura estupenda. Por la tarde nos acercamos a la Destin Brewery, pero estaba cerrada, así que nos dirigimos al centro comercial Destin Commons donde se encuentra The Craft Bar. Ya anochecido paseamos por el centro, vimos el museo de la Historia y la Pesca y nos acercamos al coqueto y estupendo puerto a ver como descargaban pescados los yates que iban regresando después de una jornada de pesca posiblemente deportiva. Destin es un destino estupendo para pasar unos días de turisteo, playa y relajación.


Durante la siguiente etapa, 8 horas de viaje, al pasar por las proximidades de Panamá City Beach, observamos la destrucción causada por el huracán Michael, cientos de árboles arrancados de cuajo, extensas zonas donde todos estaban partidos por la mitad, señales de tráfico desvencijadas, tejados de almacenes devastados, algunos edificios demolidos y todo encharcado, esto se veía en la interestatal I-10 así que nos imaginamos como fueron los efectos del temporal en la ciudad. Alcanzamos al anochecer Venice, en la costa oeste de la península de Florida, al sur de Tampa y Sarasota. Localidad costera de playas de arena blanca, llenas de restos de conchas, con un imponente pier o muelle. Tras alojarnos en el mejor motel del viaje, el Island Sun Inn (625 Tamiani Trail South) salimos a dar un paseo ya de noche, nos acercamos hasta el Venice Shooping Center, cerca de la Cámara de Comercio, donde estaba abierto uno de los dos Brew Burger Pub & Grill que hay en Venice y donde aunque ya era tarde degustamos unas IPA,s y nos dieron de cenar.

 

Al día siguiente, muy temprano fuimos a ver el pier y pasear por la playa, ¡estupefacción! hay aparcamientos gratis en las inmediaciones de ésta, no encontramos ningún diente de tiburón fosilizado en la arena, aunque dicen que hay muchos y que buscarlos es uno de los pasatiempos favoritos de los bañistas y paseantes. También nos acercamos al centro, que estaba en obras y nos llamó mucho la atención el nombre de las calles: Cádiz, Armada, Narváez, Madrid Ave, Granada…

 

Camino de Miami atravesamos el Parque Nacional de Everglades y cómo no, hicimos de guiris total embarcando en un hidrodeslizador o lancha pantanera para ver a los aligators y pasear por las zonas pantanosas. Llegamos atardeciendo a Miami, nos alojamos en el Fortune Huose Hotel Suites (99 $, parking aparte), en un amplísimo y lujoso apartamento con vistas al Atlántico, desde donde al día siguiente nos dirigiríamos al aeropuerto. Se acababa el cuarto road travel por los Estados Unidos de Norte América, pero empezaba nuestra primera visita a Puerto Rico.

 

Moteles: en general muy bien, algunos regular, todos con habitaciones amplísimas, Wifi gratis, y con piscina al aire libre. Recomendamos la cadena ¨Súper 8´ (con desayuno incluido) y aconsejamos obviar, si es posible, la cadena ¨Motel 6¨, aunque no está mal del todo. Todas las reservas realizadas desde España con Booking, con un precio medio de 70 €.

 

Coche de alquiler: Compañía El Álamo. Realizado el contrato desde España con Rentalcars. (coche 483,22 € + seguro extra ofrecido por Rentalcars 167,90 € + navegador 392 $ pagados en destino).

 

Seguro de Viaje: IATI Estandar

 Viaje realizado y relatado por Pedro Martín y Charo Madrid