El legado del Cid Campeador por tierras de Guadalajara


A lo largo de más de 2.000 kilómetros, de Burgos a Valencia, la Ruta del Cid cruza parajes históricos y literarios que aún conservan buena parte de su evocación medieval, en los que se unen hasta ocho Patrimonios de la Humanidad, algunos de los pueblos más bellos de España, grandes espacios naturales y más de 200 castillos y atalayas. Seguir las huellas de Rodrigo Díaz de Vivar en la provincia de Guadalajara –a lo largo de más de 300 kilómetros– es descubrir también algunos de los mejores ejemplos del románico rural, ermitas e iglesias poco transitadas, fortalezas que conservan o han recuperado su agresivo aspecto, pequeños pueblos anclados en el tiempo, espectaculares parajes naturales y, por supuesto, gentes cordiales que acogen al viajero con los brazos abiertos.


De Torrija a Jadraque y Atienza

 

La ruta bien puede comenzar visitando Torija y su espectacular castillo. De singular arquitectura, presenta una belleza poco frecuente en estas fortalezas militares. Su magnífico estado de conservación permite conocer a fondo una fortaleza medieval anterior al uso de la artillería y recorrerla por su interior. Sus altas murallas fueron diseñadas para dificultar la escala de los asaltantes, y sus muros no son muy gruesos. Singular es su gran torre principal, casi independiente del resto, que serviría como reducto de última resistencia. En el Patio de Armas se encuentra el CITUG (Centro de Interpretación Turística de la Provincia de Guadalajara). Ocupa un moderno y funcional edificio de cuatro plantas que contiene los elementos museísticos precisos para la óptima comprensión y promoción de la totalidad de los recursos turísticos de la provincia. El Centro cuenta con un nuevo espacio dedicado a la figura del Cid y otro dedicado al Geoparque de la Comarca de Molina–Alto Tajo. En las plantas superiores de la Torre del Homenaje se encuentra el museo del libro "Viaje a la Alcarria" de Camilo José Cela. Abierto en 1995, es, probablemente, el único museo del mundo dedicado exclusivamente a un libro.


El castillo de Jadraque, que se conoce apropiadamente como el Castillo del Cid, es el más vinculado a Rodrigo Díaz, pues sin duda aparece citado en el poema épico el Cantar del Mío Cid, en cuyas páginas se hace referencia a este castillo junto con otras localidades de la actual Guadalajara. Está situado en un alto cerro del que Ortega y Gasset aseguró con vehemencia que era "el más perfecto del mundo", y se alza imponente sobre el valle que abre el curso medio del río Henares. La verdad es que no queda gran cosa, salvo los muros exteriores, pero la vista desde ahí es espectacular. Una actuación reciente permite bordear todo el recinto apreciando el paisaje en todas direcciones. En ocasiones, se celebran allí cenas medievales. No puede abandonarse el lugar sin degustar en alguno de sus restaurantes el cabrito asado al horno de leña con salsa jadraqueña.


Atienza merece una visita detenida por su rico patrimonio, buena parte del cual puede verse en sus tres museos, cifra sorprendente teniendo en cuenta que la villa cuenta con menos de 500 habitantes. Bajo la silueta del castillo, apenas reducido a una singular torre sobre una peña, que no cuenta ninguna hazaña del Cid, todo lo contrario, el tiempo parece haberse detenido en las empinadas calles, en sus iglesias de origen románico, o en las plazas con soportales, típicamente castellanas. Esta villa medieval conserva la estructura urbanística y el sabor arquitectónico de los tiempos en que constituyó un estratégico lugar fronterizo entre las posesiones cristianas y musulmanas. Su casco histórico está declarado Bien de Interés Cultural y en él destacan las iglesias románicas de la Santísima Trinidad, San Bartolomé, San Gil y de Nuestra Señora del Val. En arquitectura civil, destaca la singular Casa del Cordón y el hospital o convento de Santa Ana, además de las numerosas casonas blasonadas del siglo XVI.


El Doncel de Sigüenza, también estrella Michelin

 

Apartándose de la ruta histórica del Cid, hay que acercarse a Sigüenza, hermosa ciudad cuyo excelso patrimonio arquitectónico fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1965. El castillo –actualmente Parador de Turismo–, la catedral y la Plaza Mayor son los tres puntos de obligada visita de la ciudad, si bien las calles de Sigüenza están repletas de edificios civiles y religiosos de gran belleza. Se conservan importantes restos de las murallas, cuyas puertas y torres arrancan de la antigua alcazaba árabe. La catedral, iniciada en 1130, es románica, aunque se desarrolló después siguiendo los cánones del gótico. Alberga en su interior el sepulcro de Martín Vázquez de Arce, conocido como El Doncel de Sigüenza, espectacular sepultura de finales del siglo XV y, probablemente, la única en la que el muerto tiene los ojos abiertos y está leyendo un libro, un buen homenaje a la lectura y a ese objeto en vías de desaparición.


Buena muestra de la riqueza natural de esta zona de Guadalajara, es Pelegrina y el Parque Natural del Río Dulce, uno de los lugares favoritos de Félix Rodríguez de la Fuente para filmar miles de tomas de "El Hombre y la Tierra". Contemplar el horizonte desde el mirador, construido por suscripción popular en homenaje al precursor del ecologismo, nos transporta a la naturaleza más salvaje, donde las águilas imperiales y los lobos son los protagonistas. El Barranco del Río Dulce se abre espectacular sobre un cielo colmado de águilas imperiales y perdiceras, buitres, halcones peregrinos y alimoches. Como suspendidas en el cielo, sobrevuelan majestuosas las rocas del barranco donde construyen sus nidos. .Hay una Sigüenza renacentista y barroca que se imprime en las calles y plazas, que se refleja en palacios y casas, que se percibe en conventos y ermitas.


Hay que pasear por la Plaza Mayor o del mercado, de estilo renacentista y urbanizada en 1484-1494, donde destacan las casas de los canónigos, con balconadas y galerías, el Ayuntamiento y la Puerta del Toril y sentarse en alguna de sus terrazas, en las que tomar el aperitivo y la bebida típica, el Fino Seguntino, elaborada con gaseosa (a ser posible de la marca Segontia), vermú rojo (a ser posible de Reus, como el original) y un toque de espuma o fuerza de la cerveza. Y para saciar el apetito , nada mejor que una visita al magnífico restaurante con estrella Michelin, El Doncel, que llevan a la par los hermanos Enrique y Eduardo Pérez en cocina y en Sala y que, como indicaba el jurado que les concedió la estrella: “desde la honestidad y la delicadeza saben brindar una cocina de intensísimo sabor...” . Un perfecto fin de fiesta gastronómico para hacer los honores al mítico Campeador.


Más información:

 

www.dguadalajara.es

turismoenguadalajara.es

www.caminodelcid.org

 

Texto y fotos: Mariano Palacin