LA PALMA. Superando el desastre


 

Fueron unos meses de desolación, angustias y miedos. Los episodios vividos a finales de 2021 nos hicieron recordar que la naturaleza no se detiene y continúa con su constante evolución a través de los tiempos. De nada ha servido que el ser humano haya modificado, para su bienestar, la orografía y se dedique a mejorar (o así debería ser) las condiciones de uso de esa naturaleza. Cuando el interior de la tierra lo decide, hace y deshace a su antojo, y nada ni nadie puede evitarlo. Los ejemplos de esto a través de la historia, y a lo largo de la tierra son innumerables.

 

Esta vez le toco a La Palma, La Isla Bonita, que es como se la define acertadamente. No hubo nadie en España que no siguiera atentamente la evolución diaria de la erupción del Volcán de Cumbre Vieja, ni nadie que no sintiera estupor ante la devastación sufrida por sus más próximos habitantes. Fueron noventa días en los que con sus imágenes se abrían todos los informativos nacionales, apreciando el avance y la fiereza de las fuerzas interiores de la tierra. Hasta que llegó el día que dejo de rugir, y comenzaba la espera, que aun dura meses después, para comenzar los trabajos de reconstrucción y adecuación a la nueva situación. No será rápido ni fácil, pero se logrará. Habrá afectados que nunca recuperaran su modos de vida de antaño, y será entonces cuando la determinación de las autoridades habrá de poner los medios para reemplazar y suturar lo perdido, para así conseguir que la zona afectada de La Palma, vuelva a su esplendor.

 

Toda la isla sufrió las consecuencias, de una manera u otra. Los visitantes, instados por las autoridades, dejaron de acudir. El aeropuerto bloqueado por la ceniza día si y día no. Las conexiones marítimas se mantuvieron activas, pero se mostraron saturadas. Poco a poco fue bajando la intensidad de la erupción, hasta finalizar esta. Aun no se ha conseguido restablecer la infraestructura viaria en su totalidad, y en la zona afectada continua cortada. Las actividades plataneras, principal fuente de ingresos, se van recuperando. La normalidad inicia ya un lento despegar, y los visitantes vuelven a acudir a la isla.


Ahora que se vuelve a estar en la situación habitual, vuelve La Palma a e ser ese paraíso de los amantes de la naturaleza y el senderismo, donde disfrutar el tiempo de forma relajada. Nunca se cansa uno de admirar el majestuoso paisaje volcánico.

 

Uno de los 15 Parques Nacionales que disponemos en España, es el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, el espacio natural más demandado de la isla y donde se ubica el mirador del Roque de los Muchachos, con unas vistas panorámicas fascinantes y al que se llega desde Santa Cruz por una carretera serpenteante, y de constante subida, donde todos los climas se experimentan en lo que dura la ascensión. Antes de alcanzar su cota máxima de 2.420 metros, hemos de atravesar los siempre alucinantes telescopios del Observatorio Astrofísico. Allí mismo existe la posibilidad de realizar una visita guiada al observatorio, y así averiguar los trabajos, siempre interesantes, que los científicos realizan. Desde allí, se pueden iniciar rutas por la Caldera de Taburiente y su enorme cráter de casi 8 kilómetros, donde los lugares clave para su visión con el Mirador de la Cumbrecita y el mirador de los Brecitos.


La UNESCO declaró la isla de La Palma como Reserva Natural de la Biosfera, debido en gran parte a que en ella se localiza el Bosque de los Tilos. A la entrada del parque, el coqueto Centro de Visitantes nos da la bienvenida y nos muestra la variedad de opciones existentes para admirar la vegetación exuberante de helechos y tiles, y los distintos caminos que se pueden seguir para no perder detalle alguno. No olvidar que el clima cambia constantemente, por lo que se hace necesario un buen impermeable e incluso linterna cuando toca atravesar los túneles existentes en el camino. No dejar de visitar, si el cansancio y el tiempo lo permiten, la denominada Cascada de los Tilos. Muy cerca del Centro de Visitantes.

 

En el Noroeste de la isla, dentro del municipio de San Andrés, se localiza el denominado Charco Azul, sucesión de piscinas naturales, que hacen la delicia de familias locales y turistas. Las rocas azotadas por el mar formaron el lugar, en el que hoy, el humano, acondicionó con aparcamiento duchas, vestuarios y escaleras de acceso al agua. Sencillamente delicioso.

 

Situado al extremo más al sur de La Palma y sin la exuberancia de vegetación de la otra parte de la isla, se sitúa el antiguo Faro de Fuencaliente, que data del año 1903. El acceso se hace por carretera a través de pequeñas elevaciones de lava, lo cual asemeja mucho a los paisajes lunares, aunque el mar de fondo nos recuerda donde estamos. Un nuevo faro, más moderno, se ubica desde hace 30 años junto al antiguo, dejando este como pequeña obra de ingeniería a admirar.

 

Junto a estos dos faros, y tras un sendero de no más de 100 metros, se accede a las Salinas de Fuencaliente. Las únicas que siguen funcionando en La Palma, y que han sido declaradas como Espacio Natural Protegido. Allí, con la visión de las Salinas, se hace apetecible un alto en el afamado restaurante El Jardín de la Sal, con una vista esplendida desde su amplia terraza, donde degustar magnifico pescado fresco. Un pero, el precio, quizás sea el más caro de la isla, pero también el mejor.


Y qué decir de la Capital de la isla, Santa Cruz de La Palma, con un conjunto patrimonial magnifico que se escenifica en los peculiares balcones de madera, que adornan las preciosas casas de estilo colonial, y que encontramos en las coquetas y pequeñas plazas y calles. En su denominada Calle Real, la avenida comercial más importante, la sucesión de belleza nos impedirá parar de hacer fotografías. No irse de allí sin visitar en Museo Naval de Santa Cruz de la Palma, ubicado en el denominado Barco de la Virgen, replica de una de las carabelas de Colon y situado junto al barranco de las Nieves.

 

La Palma no es una isla muy grande, pero su bella y agreste orografía condiciona los tiempos empleados en recorrerla. Por ello, la visita no debe ser de menos de cuatro días, para hacernos una ideo de todo lo que alberga. Recorrer el norte de la isla en coche nos llevará tiempo, aunque se compensa sobradamente con admirar los paisajes.

  

Y eso sí, ya que el recorrido se hace largo, no debemos de olvidarnos de las necesarias paradas para abastecer el cuerpo. Muchos son los restaurantes en los que podemos hacer un alto, y un ejemplo de ello es El Campesino, local muy recomendable ubicado en Barlovento, con especialización en guisos y carne a la brasa.

 

Famosos son los chicharrones que ofrecen en el restaurante Chipi Chipi, a las afueras de Santa Cruz, y los elaboran de diferentes formas. Una de ellas es con gofio, que particularmente a mi no me gustó. Pero sus carnes a la brasa hacen chuparse los dedos. Y si a ello unimos esos jardines en que se ubica y esa especie de zonas privadas con amplios ventanales, el acierto está asegurado.

 

Pero hay más lugares de reparación del cuerpo, Casa Osmunda en Breña Alta, La Lonja en Santa Cruzo o el ya mencionado Jardín de la Sal en Fuencaliente. En todos ellos disfrutaremos de la excelente gastronomía Palmera con sus papas arrugadas con mojo picón o gofio. Si rematamos con su postre tradicional, El Príncipe Alberto, éxito asegurado. Y no olvidéis de regar todo con los excelentes vinos Palmeros, un excelente descubrimiento.

 

Poca oferta hotelera hay en la isla, salvo en la zona de los Cancajos. Por ello, si eliges alojarte en el Parador Nacional de Turismo de la Palma, en las afueras de Santa Cruz, acertarás de pleno. No es que sea barato pero tampoco excesivo, pero aseguras la calidad, el trato y la tranquilidad que siempre disfrutas en Paradores.

 

Texto y fotos: José Muñoz Mora