Tarragona. Las catedrales del vino y sus bodegas modernistas


Lo que es desgracia para unos puede ser fortuna para otros.  La filoxera que arrasó gran parte de los viñedos franceses propició al mismo tiempo la expansión de las vides en nuestro país. Y en zonas como Cataluña, donde ya existía una tradición vitivinícola de siglos, el aumento de la producción fue una consecuencia lógica. No había que dejar pasar la subida de precios que estaba experimentando el vino.

 

Pero la filoxera no sabe de fronteras y por desgracia también llegó a esta parte de los Pirineos. La plaga, que comenzó en 1879 y se prolongó durante 29 años, tuvo unas consecuencias muy peculiares en un punto concreto de la geografia catalana. Nos estamos refiriendo a la provincia de Tarragona y dentro de ella a la comarca de la Conca de Barberà. Allí el asociacionismo agrario luchó contra los efectos devastadores de esta enfermedad de la vid a través de la creación de cooperativas. Y las instalaron en unos bellos edificios modernistas en los que sus constructores quisieron aunar el aspecto utilitario y funcional con amplias pinceladas artísticas. Son lo que el literato y dramaturgo Ángel Guimerà, rebautizó con el nombre de

 

“Las Catedrales del Vino”

La más antigua de ellas es la de Barberà de la Conca, construida ya en 1984. Con el nuevo siglo siguió la expansión de estas bodegas-cooperativas levantadas por reconocidos arquitectos de la época, como Lluis Domènech i Montaner que construyó en 1912 la de L’Espluga de Francolí en colaboración con su hijo Pere Domènech i Roura, o la del municipio de Sarrall. Sin embargo el más prolífico fué César Martinell, discípulo de Gaudí y artífice, entre otras, de las de Montblanc, Pira y Rocafort de Queralt. También fuera de esta comarca las de Nulles o Falset.

 

La labor de estas cooperativas sigue en marcha desde entonces y la D.O. de los vinos de Conca de Barberà cuenta en la actualidad con una extensión de 4.200 hectáreas, situadas entre los 300 y 700 metros de altitud.

 

Como dato curioso añadir que junto a esta denominación de origen, la provincia de Tarragona cuenta con otras cinco más: Montsant, Terra Alta, Tarragona y las quizás más conocidas del Priorat y Penedès. Entre todas ellas suman una extensión de 44.438 hectáreas. En ellas se asientan 284 bodegas que producen al año unos 214.000 hectólitros.

 

Texto y fotos: Gema García