Tanger y el Rif. Recordando la huella Española en Marruecos


Mucho tiempo hace ya que la zona norte de Marruecos dejó de estar bajo dependencia de España. La zona denominada “El Rif”, constituyo el llamado Protectorado Español de Marruecos, y se extendía desde el Océano Atlántico hasta dejar atrás la ciudad de Melilla. Un enorme territorio abrupto y difícil de cohesionar, pero clave para los intereses de España en la zona y que mantiene aun bastantes reminiscencias de lo que fue la vida de sus habitantes en esos años.

 

Tras unas épocas en que se decretó el “olvido” de la huella Española en sus principales ciudades, hoy en día vuelve a resurgir tímidamente la cultura Hispana en ellas. La Gran prioridad que marca el Instituto Cervantes por mantener nuestras señas de identidad, se complementa con diversos institutos de enseñanza media y colegios Españoles, que proporcionan clases en Español. Si a ello agregamos que el Gobierno Marroquí mantuvo hasta hoy en día la arquitectura colonial Española y la mejoró en lo posible (a la espera de la rehabilitación del Gran Teatro Cervantes de Tánger), nos encontramos en la actualidad con que una vista rápida a sus ciudades, nos lleva a hacernos una idea de que la Huella Española en el Norte de África se mantiene viva.

 

Tánger es quizás la ciudad más internacional de Marruecos, a ella se accede muy fácilmente bien por las múltiples conexiones en ferry desde Algeciras y Tarifa o a través de su aeropuerto internacional, con varios vuelos desde ciudades Españolas. Bañada por el Atlántico y El Mediterráneo, recibió durante siglos diferentes culturas y civilizaciones que en ella dejaron marca en su Kasbah y su Medina. No es esta ciudad para recorrerla rápido, la amplitud de sus zonas viejas y el enorme crecimiento surgido en sus alrededores nos llevará más de dos días si queremos recorrerla como se merece.

 

La Kasbah era el lugar inicial de residencia de sus habitantes. En ella se encuentra la Mezquita Bit-El-Mal con un minarete de ocho lados grandioso y bello, el Palacio del Sultán hoy convertido en Museo, la antigua Tesorería y la Puerta del Mar, con una visión perfecta del estrecho de Gibraltar.

 

La Medina es la zona comercial por excelencia de la ciudad. Calles estrechas que desembocan el pequeñas plazuelas atiborradas de gente durante el día y que nos darán la ocasión de tomar algún refresco, un té o una comida excelente en las terrazas que en ellas se localizan (especialmente las de la Plaza del Zoco Chico), mientras se disfruta de la ingente variedad de artesanía típica (cueros, telas, cerámicas, etc.), especias y del bullicio intenso que es su seña de identidad.

 

Con una extensa oferta hotelera para hacernos agradable la estancia, podremos elegir el Hotel Minzah (www.elminzahleroyal.com), junto al Zoco Chico, simplemente excelente y por el que han pasado muchos personajes famosos y cuyo recuerdo cuelga en las paredes de sus bellas instalaciones. Otros hoteles más terrenales son los de la cadena Atlas (www.hotelsatlas.com), ubicados en la parte nueva de la ciudad y que nos ofrecen todo lo necesario para pasar unos días de calidad. Hay gran variedad y tipos de hoteles en ella, desde muy básicos a muy lujosos y en su zona nueva no tendremos problemas de encontrar el que más nos convenga.

 

Con menos facilidades de acceso (por carretera a través de Ceuta) pero con una mayor presencia de recuerdos Españoles, nos encontramos con Tetuán. Conocida también por “la Paloma Blanca”, tiene su origen en los Judíos y Musulmanes que salieron de Granada tras ser tomada en 1492 y cuya Medina esta declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y con claro estilo Andaluz. Las construcciones coloniales Españolas se concentran en el llamado Ensanche, con estructuras de principios del siglo XX y cuyo eje principal es la Avenida Mohamed V, donde se sitúa el Consulado Español en un magnifico edificio.

 

Entre la Medina y el Ensanche encontramos lo más digno de visitar, El Museo de Arte Marroquí, el Arqueológico, el Palacio Real (antiguo Palacio del Jalifa), el magnifico barrio Judío, la Plaza de Mulay Mehdi (antes de Primo de Rivera) con la Iglesia Católica de Ntra., Sra., de las Victorias y los restos de la muralla que alberga la Medina. Todo ello será posible verlo empleando como máximo un día y nos permitirá hacernos una idea de su afamada y bella historia.

 

Pero si hay una ciudad con verdadero encanto en el Rif, esta es Chauen (o Chefchaouen, como se denomina en la actualidad). Asentada en las laderas de dos cumbres montañosas, lo cual da origen el nombre de la ciudad (en bereber, cuernos), impresiona y satisface el color azul que domina en su medina, respetada y mejorada en lo posible por los Españoles que allí se asentaron. Pasear por sus empinadas y estrechas callejuelas, perfectamente empedradas, mirar la variedad de color que las inunda, el blanco de las paredes, el azul de las puertas y el ocre de los tejados, nos deja una visión increíble.

 

En sus calles se agolpan multitud de negocios (hoy en día orientados al visitante), desde artesanía diversa a especias, joyas, madera, pinturas, etc. Todos ellos nos saldrán al paso desde el inicio del recorrido desde la parte más alta de la medina, donde empieza la canalización del agua del denominado “Ras El Maa” hacia su calles, por las que sus habitantes van y vienen a paso corto y lento (debido al desnivel) sorteando el adoquinado existente, para converger en la Plaza Outa El Hamman, la principal de la ciudad y dominada por un gran árbol y una fuente, y en la que se asienta la Gran Mezquita, frente a una serie de restaurantes pequeños y agradables, y en cuyas terrazas hemos de hacer un alto. De esta forma, la medina ha conseguido llegar intacta a nuestros días y no seria perdonable dejarla perder.

 

En las cercanías de Chauen (a 10 Km) podremos gozar de las exquisiteces culinarias de la zona, en un pequeño Hotel-Restaurante, El Aubergue Dardara (www.dardara.ma), donde su propietario, El Hababi Jaber, nos atenderá de forma extraordinaria.

 

Para una primera incursión en el Rif, nos basta con visitar lo aquí reflejado. Dejamos para futuras visitas otras ciudades como Larache, Arcila, Alhucemas o Anual. Hemos encontrado unas ciudades hermanas, donde no nos sentiremos excesivamente extraños y nos recordaran un pasado más nuestro de lo que imaginamos. Nos entenderemos en Español sin problemas y en todas las localidades encontraremos comercios, negocios y edificios serigrafiados en nuestro idioma y con nombres muy allegados. Las comidas, como todas las de Marruecos, excelentes, y se van abriendo paso los restaurantes de comida internacional confeccionada y condimentada a sus gustos, con lo que el resultado nos sorprenderá. Y lo ya comentado, la estructura de las ciudades y sus edificios nos recuerdan nuestro país en todos sus rincones.

 

Está muy cerca y es muy fácil conocerlo.


Texto: José Muñoz Mora

Fotos: Montserrat Velasco