Puerto Rico. Un destino con sabor a Gofio


Con Efraín López
Con Efraín López

Periodistas de F.E.P.E.T. viajaron a la comarca de Porta del Sol, que pretende mostrar que la Isla no es solo San Juan. El viaje es revelador para los canarios: turistas y estudiosos de la colonización isleña

 

Recogimos la noticia: “Un grupo de estudiosos de universidades puertorriqueñas está realizando un estudio del ADN mitocondrial que aporta datos sorprendentes: la actual población de Puerto Rico tiene un alto componente genético taíno y de aborigen canario”. También son significativos los trabajos del historiador Martínez Cruzado sobre los asentamientos y las aportaciones a la sociedad. Y ese interés quedó de manifiesto al comprobar la imposibilidad de conseguir un libro fundamental: La formación del pueblo puertorriqueño: la contribución de los isleño-canarios de Estela Cifre Loubriel.

 

Escribir un reportaje y hasta un libro de viajes es factible sin salir de casa; Julio Camba dijo que Prosper Merimée escribió uno sobre la Dalmacia sin haberla visitado, a pesar de que por entonces no existía la pila de guías de viajes, revistas especializadas, documentales… Google. Así que nuestra presencia en el congreso de la Federación Española de Escritores y Periodistas de Turismo (F.E.P.E.T.) en la comarca Porta del Sol estaba particularmente motivada por la búsqueda de asuntos relacionados con la colonización isleña: encontrar huellas que sirvieran de acicate a nuestros pisanos para el recreo de su pasado. Según la historiadora Haydée E. Reichard de Cancio, en su artículo Devoción a “La Candelaria” del rotativo Visión: “de los 28 pueblos fundados en el XIX 19 se deben a canarios”: en el XVI, Toa Baja, Manatí, Mayagüez, Lajas… entre 1722 y 1775 Bayamón, Vega Alta… en 1883 San Antonio de la Tuna, Camuy, Atillo, Arecibo... Asuntos que, prioritariamente, animan el presente texto, sin dejar al pairo su gente, maravillosa, y los atractivos de una comarca que cubre el oeste portorriqueño.

Virgen de La Candelaria
Virgen de La Candelaria

 

El cuartel general fue el hotel Mayagüez, Resort & Casino, antes Hilton, en el municipio regidor de esa comarca: Mayagüez, cuya bahía vio llegar, en 1943, la flota de Colón que había traído a la Dominicana una carga de plantas y animales, estibados en Canarias, para su aclimatación. Y nos recibió una entusiasta Olga López, biznieta de canarios, directora del Programa Head Star (promoción turística). Mayagüez está regido, desde hace 24, años por un venerado alcalde: José Guillermo Rodríguez, líder del resto de los municipios (16) de Porta del Sol en la tarea de convertirla en un destino de turismo multidisciplinar. Y en esa ciudad nos encontraríamos el primer legado: la Catedral de la Virgen de la Candelaria, cuya primigenia imagen fue traída por tinerfeños en el XVI. Aquellos infelices le profesaban tal devoción que, como escribe el historiador Manuel Álvarez, Candelaria se convertirá en la denominación de muchos barrios campesinos.

Encendido de Navidad en Mayaguez
Encendido de Navidad en Mayaguez

El honorable (como allí se denominan) alcalde nos invitó el 30 de noviembre a el Encendido de la Navidad, un evento multitudinario; pero Mayagüez también deslumbra por su universidad, que licencia a ingenieros, solicitadísimos en los EEUU, o por el mayor zoológico del Caribe. Contemplamos el monumento al patriota Albizu Campos, el fracasado libertador, y visitamos la casa museo de otro prócer, Eugenio María de Hostos, que por su condición de periodista, entre tantas cosas, convertimos en un íntimo homenaje. Allí, su directora, María Matos, nieta de canarios, nos orientaría en la búsqueda de huellas isleñas y nos recomendaría aquel libro imposible; aparte de sugerirnos la visita a otro historiador, Fernando Bayron Toro, a quien, días después, conoceríamos y con la proverbial generosidad caribeña nos obsequió su última obra: Mayagüez, Temas de su Historia y Geografía.

 

Las emigraciones parten desde el XVI, y serán constantes. En 1670, a fin de evitar la expansión francesa en la Dominicana, se solicita a la Corona el envío de colonos, y serán familias canarias las que se expatrian y fundan la ciudad de San Carlos de Tenerife llevando como talismán la Virgen de Candelaria. Pero no será ésta la única con tal gentilicio: ocurrirá lo mismo con la actual Mayagüez, a tenor del río que la acaricia. Sin embargo, la más dolorosa emigración se efectuará entre 1678 y 1778 como consecuencia del Tributo en Sangre; solución que zanjó, provisionalmente, el agravio que sufría Canarias a causa del férreo monopolio, que ostentaba la sevillana Casa de Contratación de Indias, para las exportaciones a América. La medida generó un goteo de 5 familias muy pobres por cada 100 toneladas de mercancías.

 

La siguiente visita fue al municipio de Quebradillas porque las Cavernas de Camuy son uno de los atractivos: inmensas cavernas, cuevas y grutas que sobrecogen; su gerente, Manuel Morales Morell, que inmediatamente nos reveló su ascendencia canaria, hombre afable y didáctico, convirtió en gozo la sobrecogedora penetración a las entrañas de la tierra. Y almorzamos con su alcalde, Heriberto Vélez Vélez, que está obsesionado con venir a las Islas para conocer la tierra de sus antepasados. Y entre los tantos funcionarios y munícipes, que llegaron para agasajarnos, dimos con un tipo fenomenal, Orlando Irizarry Chávez, de mismo origen.

Con el Historiador Fernando Bayrón Toro
Con el Historiador Fernando Bayrón Toro


Finalizado el almuerzo nos dirigimos a la recóndita cala Guajataca, y soñamos con Burt Lancaster y Deborah Kerr y su De aquí a la eternidad. Y no son los efectos del delincuente ron Pitorro pues el guía nos reveló que fue allí donde, en realidad, se filmó el beso más adúltero e interminable de Hollywood. Por la tarde estábamos en Isabela gozando de la ciudad, de su teatro decimonónico y de su iglesia dedicada a San Antonio de Padua. Y pronto nos presentan a un personaje, el octogenario Efraín López Mercado, que, con orgullo, se aferra al ayer: su ascendencia canaria. Cronista oficial, nos reveló cosas del pasado colonial; en especial de la tinerfeña familia Machado, de la que uno de sus antepasados, Juan Machado Díaz, al salvarse de un naufragio, en 1850, donó al templo la imagen del Santo Cristo Crucificado y el Retablo Mayor. Luego, al aire libre, junto a las ruinas de la ermita de San Antonio de la Tuna, del XVI, entusiastas vecinos, autoridades e historiadores nos brindaron una cena con un cochino asado. Y como Orlando es hombre de palabra, nos trajo el libro prometido: La familia Machado.

 

La siguiente jornada la dedicamos, primero, a Sabana Grande, que nos desveló cuán importante son en todo Puerto Rico los gandules: variedad de guisante de color chocolate. Y avistamos sus interminables cultivos. El Arroz con gandules, plato popular navideño, y el cotidiano Arroz mamposteao (con “habichuelas”: judías negras) nos venía siguiendo como el pariente pobre; más puerco o pollo, pollo o puerco. Y como a un colega se le había estropeado su cámara fotográfica regresamos a Mayagüez para adquirir una; allí las compras –también de aparatos electrónicos– son más ventajosas que en el continente, un paraíso a modo de inmenso centro comercial. Y aprovechamos para llegar al cercano barrio costero la Joyuda, con una ristra de restoranes de productos del mar; los más famosos son El Bohío y González Sea Food, y en éste abordamos frescas langostas, camarones y un Porterhouse de black angus a las brasas a precios convenientes. La vida allí es más barata que en San Juan.

 

Y regresamos, ya a Hormigueros, en donde nos ofrecieron una cena con aquellos típicos ingredientes, no sin antes visitar la bonita hacienda azucarera del XVIII, Eureka, con sus prados plagados de ensimismadas vacas e inmensos frutales del Trópico. Y recorrimos su iglesia, situada en un cerro, dedicada a la Virgen de Monserrate (monte cerrado). Pero la jornada aun se estiraría con un concierto a cargo del virtuoso del cuatro (el instrumento nacional) Junior Carrillo y su dúo; entrañable fue, anocheciendo, la interpretación de Mi viejo San Juan. Y hubo más: partimos hacia Cabo Rojo y a su villa turística y marinera, Boquerón, en donde el alcalde, Bobby Ramírez Kurtz, y el propietario del Parador, Ángel Rodríguez Rivera, tras una sesión de trabajo, nos ofrecieron licores y dulcería popular. Y nos emocionamos con las navideñas ¡truchas de batata!.

 

Y si por casualidad no nos topábamos con un descendiente de canario o con uno de sus legados materiales, nos daba la bienvenida alguna “parranda” (de origen isleño), o por doquier, en tienditas o puestos callejeros, nos regalábamos cucuruchitos de gofio y azúcar, con los que evocábamos nuestra infancia, o escuchábamos el pesar de la gente porque el Canal Internacional de TVE había dejado de emitir Tenderete; a quien decide la programación habría que darle la medalla de oro al despropósito.

 

San Germán también nos honraría con la presencia de su alcalde, Isidro Negrón Irizarry, quien nos mostró uno de los más bonitos edificios coloniales: la segunda iglesia más antigua de la Isla: Porta Coeli, y nos anunció la apertura de un parque acuático de colosales dimensiones. Y si quedaba alguna sorpresa, dimos, en la Casa Museo Aurelio Tió, con una destiladera o pila: el enser doméstico que no faltó en nuestros hogares. Y tras el almuerzo con la consabida minuta, salimos hacia Lajas; estábamos deseosos por conocer su singular litoral: La Parguera. Hicimos el ineludible paseo por sus aguas e islotes: Caracoles y Mata La Gata (variedad de tiburón) y nos deleitamos con unos chalecitos de recreo, en plan palafitos, cuyo origen tiene una curiosa historia. Tras la cena, en la que al fin surgió el pescado –que voló tras los primeros y nerviosos compases del bufé– presidida, como no, por un no menos agasajador alcalde, Pedro García Figueroa, navegamos hacia Bahía Bioluminiscente, en donde unos extrañísimos organismos unicelulares producen por las noches, al batir el agua, insólitas ráfagas de luz.

 

Del Congreso se sacaron varias conclusiones: Fernando Fraile, director del Instituto para la calidad turística de España, recomendó, entre otras, mejorar la gastronomía, y Mariano Palacín, presidente de FEPET, concluyó con la recomendación de aunar los esfuerzos de todos los municipios para promocionar la escasamente conocida Porta del Sol. Por nuestra parte, sugerimos al alcalde de Mayagüez un hermanamiento con Tenerife para fortalecer unos vínculos, que se pierden, pues, tras el abandono de la ruta por Iberia, Aireuropa comenzará el próximo mayo a volar a San Juan sin la humillante escala en Miami.

 

Y tras el almuerzo institucional, en el que surgió un delicioso Sancocho (Puchero), nos emplazaron para el “desagravio”: el cierre de la emblemática Plaza de las Banderas para agasajarnos con una íntima feria gastronómica en la que un grupo de restaurantes nos ofreció platos típicos, así como los mejores rones locales, pastelería popular y un café local sorprendente; animado todo por un recital de música y bailes “interactivos” que nos retuvieron hasta que la noche dejó de ser joven.

Después, tal descanso del reportero, nos regalamos unos días en el espectacular Gran Meliá Puerto Rico Golf Resort, desde donde salíamos para gozar del viejo San Juan y sus coloniales instalaciones militares. Y aquí recordaríamos que también a Puerto Rico y Canarias les unen hostigamientos piráticos: el 13 de abril de 1598, el insaciable George Clifford, conde de Cumberland, arrambló con todas las pipas de malvasía en Lanzarote y el 18 de junio del mismo año, el “noble”, que con tanto vino se vino arriba, se robó todo el azúcar de San Juan (Antonio Rumeu de Armas. Piratería y ataques navales contra las Islas Canarias)

 

Texto: Mario Hernández Bueno

Fotos: Tania Aguiar